Siempre digo que hay pocas herramientas imprescindibles en el huerto, pero sin duda, una de ellas es el pulverizador. Nos daremos cuenta de lo mucho que lo necesitamos al cabo de poco tiempo de haber empezado a cultivar, y será en ese momento cuando empecemos a preguntarnos qué modelo será el más apropiado para nosotros.
En esencia, un pulverizador es un recipiente que nos permite expulsar su contenido líquido en forma de pequeñas gotas. El primero que tuve fué uno de gatillo y lo utilicé para regar los semilleros acabados de sembrar. Me habían aconsejado hacerlo así para no remover el sustrato al regar y evitar que las semillas pudieran hundirse más de lo debido. Cumplió perfectamente su función, pero también dejó claro sus inconvenientes: si tienes muchos semilleros que regar, te cansas de darle al gatillo.
En busca del pulverizador perfecto
Existe una alternativa muy práctica: los pulverizadores de presión previa. A diferencia de los de gatillo, contienen un automatismo con el que podremos someter el líquido a presión, consiguiendo una aplicación continuada y mucho más cómoda.
Lo habitual es encontrarse con estos dos modelos: uno pequeño (izquierda), de pequeña capacidad y con una empuñadora ergonómica que incorpora un pulsador y un pestillo para dejar el difusor abierto sin tener que presionar nada. En la parte superior, la empuñadora para accionar la bomba de presión.
El de la derecha (5 litros) tiene un funcionamiento muy similar aunque incorpora algunas mejoras: la primera es una lanza que unida a una manguera nos ayuda a llegar fácilmente a cualquier lugar sin tener que agacharnos o girar la muñeca. La segunda, es una correa con la que podremos colgarnos el pulverizador al hombro mientras recorremos el huerto o el jardín. Para acabar, el tamaño del depósito, que nos permite aplicar el producto a más plantas.
Ambos disponen de una boquilla que podremos ajustar para que el líquido se convierta en una cortina de gotitas de agua o en un chorro con más presión y de largo alcance.
¿Qué pulverizador es el más apropiado para mi huerto?
El de 1,5 litros es ideal si nuestro huerto es muy pequeño. Pesa poco, cabe en cualquier armario o en un rincón del balcón y nunca tienes la sensación de estar desperdiciando el producto que vas a pulverizar. Por otro lado tiene un par de «peros»: mojar las hojas por debajo nos obliga a girar la muñeca de un modo que puede resultar incómodo por el peso del depósito, y dificilmente podremos evitar que parte del producto caiga sobre nuestras manos. Algo a tener en cuenta si lo estamos utilizando para aplicar fitosanitarios de la industria química.
El grande nos permite solucionar estos inconvenientes: con la lanza llegaremos a cualquier lugar con la seguridad de que la distancia a la que nos encontramos es mucho mayor. Nada de giros raros de muñeca ni de manos o pantalones mojados. Por otro lado, su capacidad lo hace especialmente interesante si disponemos de muchas plantas, evitándonos tener que rellenarlo más a menudo.
Seguro que os ayudará saber cuáles tengo en casa y para qué los utilizo. Del pequeño tengo dos, uno solo con agua y el otro con el preparado de jabón potásico. El que solo tiene agua se usa para regar los semilleros, los bonsais de mi señor esposo y para refrescar orquídeas y arbolitos durante los meses de más calor. El que contiene jabón potásico se prepara al principio de la temporada y está siempre listo para ser usado. No me importa mojarme un poco las manos al utilizarlo, al final estamos hablando de agua y jabón.
El grande lo utilizo única y exclusivamente para aplicar distintos productos en el huerto, ya sean preventivos, curativos o vitamínicos. Por ello no debe extrañarnos que haya quien prefiera llamarle sulfatadora o fumigadora.
Pulverizador de mochila Bellota, el Ferrari de los pulverizadores
Hace algunos meses me llegó una propuesta realmente divertida. Herramientas Bellota iba a mandarme uno de sus productos para que los probara e hiciera una review diferente, buscándole usos alternativos. Y hace unas semanas llegó, (por fin!) el pulverizador de mochila de su línea profesional. El más grande, de 16 litros de capacidad.
Tengo que confesaros que cuando ví subir al transportista con una caja tan grande, me asusté un poco: es realmente enorme para alguien que como yo, vive en un piso donde el espacio es limitado.
Pero al utilizarlo, entendí porqué me habían mandado este y no otro de los modelos de gama. Estos son sus ventajas que he apreciado respecto a los que ya estaba utilizando:
- Formato mochila: me parece comodísimo (ergonómicamente hablando) poder colgártelo a la espalda. El de 5 litros con correa me deja el hombro hecho polvo y en ocasiones, se puede hasta resbalar.
- Lanza metálica: que durará mucho más que los que la llevan de plástico. Tuve uno que pasó a mejor vida después de pisarla accidentalmente.
- Mejora en el agarre de la lanza y del pestillo.
- Manilla de funcionamiento: el asa que acciona el émbolo con el que provocamos presión en el depósito se ha sustituído por una manilla, que se mueve con la mano libre. Resulta mucho más cómodo posturalmente e implica un esfuerzo mínimo.
- Filtro incluído en la boca de carga, que se extrae fácilmente para su limpieza.
- Gomas y boquillas de recambio, una de ellas para que el chorro salga en forma de abanico.
- Fácil bloqueo del sistema y de sujeción de la lanza al depósito para su almacenaje.
- Existencia de recambios de las piezas que pueden estropearse con el uso. Lo destaco especialmente porque normalmente no existe esa posibilidad en modelos de otras marcas. Y no veas la gracia que te hace tener que tirar un pulverizador casi nuevo porque no hay manera de sustituir una goma.
Decía antes que se trata del ferrari de los pulverizadores y no os engaño: se nota una enorme diferencia respecto a cualquier otro de una línea inferior tanto por su facilidad de uso como por lo bien que dispersa el agua. La boquilla de abanico me parece espectacular y la única pega que le podría poner si lo tuviera que guardar en casa (en lugar de en el huerto okupa), es su tamaño.
Usos alternativos de un pulverizador de mochila
Herramientas Bellota me pedía que fuera un poco más allá y le buscara usos alternativos al pulverizador. No puedo obviar el más evidente: es una gigantesca pistola de agua, con la ventaja de un enorme depósito y libertad de movimientos. El arma que todos quisiéramos empuñar durante una guerra de agua veraniega 😉
Mi lado marujil también apareció al ver la potencia de presión del artilugio: me permitirá limpiar un poco la pared medianera del vecino que veo cada vez que abro la ventana de la galería. Con el tiempo se ha formado un extraño conglomerado de moho y suciedad a la que no llego con el palo de la escoba. En la misma línea es probable que me permita tener más limpias algunas rendijas de puertas y ventanas de aluminio.
Lo que sí tengo claro es que ya tengo atrezzo para mi próximo disfraz de Halloween: si los peques de la familia se empeñan en ir de lo mismo que este año, yo iré de Cazafantasmas.
Bellota propone otra utilidad para el próximo verano: untar de loción bronceadora a toda la familia sin tener ni que tocarles.
Consejos para el mantenimiento del pulverizador
No puedo acabar este artículo sin daros algunos consejos para que vuestro pulverizador se mantenga en perfectas condiciones y podáis usarlo durante mucho tiempo.
- Filtrad bien cualquier producto que vayáis a utilizar en él, especialmente si se trata de preparados a base de plantas (purín de ortiga, de consuelda, cola de caballo, infusiones varias). Evitaréis obstrucciones y el producto fluirá mejor.
- Limpiad y enjuagad bien el pulverizador después de cada uso, eliminando cualquier líquido que no hayáis usado. Rellenadlo con agua limpia y accionad el mecanismo durante un rato para eliminar el producto de su interior. De no hacerlo se pueden formar posos o moho que pueden acabar estropeándolo.
- Por este mismo motivo, vaciadlo totalmente antes de guardarlo y dejad que se seque bien antes de volver a poner el tapón.
- Intentad ser lo más precisos posible cuantitativamente a la hora de preparar cualquier mejunje que deba ser utilizado con el pulverizador. Muchos productos químicos son altamente contaminantes si desecháis el sobrante por las cañerías.
- Antes de guardar el pulverizador, vale la pena aprovechar los encajes que os permitirán sujetar la lanza al depósito. De este modo la goma no se doblará durante su almacenaje.
- Evitad su exposición al sol. Aunque el plástico con el que está fabricado es realmente muy resistente, puede volverse frágil en algunas partes si tiene que soportar la solanera del verano. Si tenéis un cuartito donde guardar las herramientas buscadle un rincón o colgadlo del techo con un gancho a través del asa de sujeción incorporada.
Acabo con una última recomendación relacionada con vuestra seguridad a la hora de aplicar determinados productos fitosanitarios: proteged siempre vuestra piel y mucosas con camisa de manga larga, gafas de protección y mascarilla. Aunque sea en verano.
El azufre, por ejemplo, está aceptado en agricultura ecológica, si, pero no por ello deja de ser un producto irritante que puede afectar a las vías respiratorias, piel y ojos. Así que cuidadín, ¿vale?
Un comentario
¿Sirve el mismo aparato para distinatas cosas o hay que tener uno para cada producto? Gracias por tu respuesta