La elaboración de preparados y purines a base de plantas es todo un mundo que se suele descubrir al poco de iniciarse en el huerto urbano. En mi caso, recuerdo perfectamente un hilo en el foro de Infojardín donde se comentaban recetas y métodos sobre cómo preparar el de ortiga, quizá uno de los más conocidos. Según iba leyendo, me preguntaba para qué demonios lo debían utilizar. Me costó un poco entender las propiedades de los distintos preparados vegetales pero ya hace años que soy #muyfan y los utilizo con regularidad.
El problema que les encuentro, es que a menudo son difíciles de elaborar en la ciudad. No todos disponemos de espacio exterior para ello, y si lo tienes, a veces acabas tirando la toalla debido al olor que desprenden durante su preparación. No os voy a engañar: por muy bien que funcionen en el huerto, no huelen precisamente a rosas, y no quisiera ni pensar en la cara de limón que pondría el vecino de debajo si le llegaran esos aromas.
Afortunadamente, cada vez es más fácil encontrarlos ya preparados. Conocí a uno de sus elaboradores, Jordi Puigdefabregas hace un par de años y asistí a uno de sus cursos, en el que nos ofreció toda la información necesaria para iniciarnos en el uso y preparación de los distintos purines.
La semana pasada contamos con su participación en Pagesos de ciutat y como el tema me parece los suficientemente interesante, os traigo aquí algunas de sus declaraciones. También el podcast del programa (en catalán) por si preferís escucharle.
¿Qué preparados vegetales son los más habituales?
Los purines más habituales son los de ortiga, cola de caballo, el ajo como fungicida, la consuelda como revitalizante, y partir de aquí un larguísimo etcétera de plantas que también tienen su fama. Lo más importante de las que he mencionado es que no son peligrosas para nosotros. Algunas plantas que se habían utilizado antes, como el boj o la hiedra como plaguicidas, contienen venenos que pueden ser problemáticos para el aplicador. Por lo tanto, es mejor olvidarse de ellas.
¿Porqué recomiendas el uso de preparados vegetales?
Lo que hace un preparado vegetal (bajo mi punto de vista), es poner a la planta en un estado de alerta para defenderse de las agresiones que llegarán. Lo que lleva un preparado, aparte de microelementos, es información química y genética. Sobretodo, son preventivos. Pero es que todo, en agricultura ecológica, debe ser preventivo.
¿Cómo se aplican estos preventivos?
De muchos modos. Como lo suyo es que entren dentro de la planta, lo podemos hacer regando o fumigando, o en el caso de un árbol, clavándole una inyección y solucionando el problema. Lo que importa es que el preparado entre dentro de la savia y que sea ella quien reparta todos estos principios por la planta.
Para mi, el mejor modo de aplicar un preparado es con el riego, porque entra por la raíz y se reparte muy bien. El problema, es que es más lento. El efecto es más lento y como somos unos impacientes, preferimos hacerlo por vía foliar.
Ahora es mal momento para recoger las plantas porque hay pocas, la mayoría están bajo tierra. Debemos cosecharlas en el mejor momento balsámico, que es cuando tienen todas las propiedades que buscamos. En el caso de la cola de caballo, que es un muy buen fungicida, el momento es ahora porque lo que nos interesa es su silicio, que se ha ido acumulando durante toda la temporada y ahora están llenas.
Se cogen, se trituran para trinchar un poco la células y se ponen en agua, esperando que empiece a fermentar. Se dan dos tipos de fermentación: la aeróbica y la anaeróbica. Nos interesa la aeróbica, que es una fermentación en la que interviene el oxígeno, y por tanto debemos removerlo diariamente para liberar el anhídrido carbónico que se desprende del propio fermento y permitir la entrada de oxígeno en el caldo. Se va repitiendo y cuando llega el momento en que ves que ya no trabaja más, que no hace espuma, es porque las bacterias que hacían el fermento han acabado su proceso. Habría llegado el momento de filtrarlo y almacenarlo.
El resultado es un fermento, que es como una cerveza o un vino (no tiene azúcar y por lo tanto, no hay alcohol), pero es igualmente el resultado de una fermentación y por tanto, se debe conservar como ellos: a oscuras y con una temperatura estable, más bien baja. Se aplica a medida que se necesita.
Respecto a su conservación, ¿son delicados estos preparados?
Bastante, porque están vivos. Lo que pasa con todas estas bacterias que hemos creado y que están navegando en el caldo es que ellas siguen haciendo sus procesos, y si no somos capaces de detenerlas, el fermento derivará en una pudrición (una fermentación sin oxígeno), y se perderían todos los beneficios que buscamos o su gran mayoría. En ese momento solo podríamos aprovecharlo como abono.
Para conservarlo, lo mejor es evitar que haya oxígeno en el envase. Que esté a oscuras, en una bodega como si fuera cava. Que la temperatura no oscile demasiado.
¿Y qué hacemos con una botella de un litro? ¿Cuál sería su caducidad?
Depende de cómo la hayas conservado. Si lo has hecho bien, lo sabrás por su olor. Si un día huele mal, es que ha fermentado. Lo mejor que se puede hacer con una botella de un litro es guardarla en un sitio fresco, como la nevera. Si no te es posible, guárdalo en botes lo más pequeños posible, y así lo conservas.
Hay quien pone un poco de aceite encima del purín. Al flotar, evita que entre en contacto con el oxígeno, y es un buen método para conservarlo.
¿Qué purines son útiles en esta época del año?
Las plantas que tenemos ahora (en el huerto), no tienen muchos problemas: un poco de hongos en los calçots o roya en las habas. Para esto lo mejor es el purín de helecho o la cola de caballo. Y aparte de ser buen momento para preparar estos dos, lo es también para preparar un purín de valeriana, que es un vitalizante de la tierra muy potente y que además tiene una particularidad: ayuda a la planta a regular la concentración de sales que contine su savia. Y aunque parezca una tontería, es un mecanismo de defensa contra el frío: en caso de heladas, un líquido más denso tardará más en congelarse que otro que no lo sea tanto.
Yo soy más partidario de ayudar a la planta que de curar una enfermedad. Somos hijos de la agroquímica y esperamos a que llegue un mal para solventar el problema. Soy partidario de utilizar estos preparados que inducen a la planta a activar sus defensas.
Del purín de valeriana (todo un desconocido para mi), seguiremos hablando en el futuro. Sus propiedades son muy interesantes y vale la pena dedicarle una entrada. Personalmente me quedo con el truco del chorrito de aceite sobre el purín para su conservación. Y también de utilizarlo preferentemente con el agua de riego. Siempre se aprenden cosas, ¿no os parece?
Permitidme agradecerle a Jordi su participación en el programa y reiterarle mi propuesta de fabricar botes pequeños de sus preparados pensando en los macetohuerteros. Si tenéis interés en conocer lo que hace, le podréis encontrar en la web de Ortiga Amiga.
Mi agradecimiento también a los amigos de Entorno Escorial por permitirme utilizar las imágenes del curso que impartió Jordi en su huerto para ilustrar esta entrada. ¡Saludos!